Hace una década, Estados Unidos de América experimentó un ataque terrorista muy grande. El país fue sacudido por la conciencia de que no estaba tan libre de riesgos como pensaba.
Me afligió, por supuesto, enterarme de lo sucedido, y el hecho de que muchas personas perdieron trágicamente sus vidas. Pero, al mismo tiempo, la horrible situación condujo a algunos resultados positivos. Por ejemplo, la nación se unió, y la gente sirvió con valentía y altruismo.
Creo que uno de los mayores beneficios fue que muchos nos dimos cuenta de nuestra gran dependencia de Dios. La seguridad en este mundo es una ilusión. Lamentablemente, la paz y la bendición que hemos experimentado han llevado a mucha autosatisfacción y autodependencia. A veces, necesitamos ser sacudidos de nuestro olvido para que pongamos nuestra confianza en Jesucristo.
Escuchar las noticias puede sacudir nuestra sensación de bienestar. Siempre se está produciendo algo inquietante. Sin embargo, como creyentes, debemos mirar la vida desde una perspectiva bíblica. Somos hijos del Dios viviente, no personas que buscan su seguridad en el mundo. Nuestra esperanza y refugio están firmes: nuestra relación con el Señor es eterna por medio de Jesucristo. Todo lo demás que tenemos puede ser destruido en un instante.
Aunque los desastres naturales, las guerras y las crisis pueden afectar a las personas, no pueden tomar control del corazón del creyente. Que su esperanza descanse en Cristo solamente. Buscar la seguridad en los brazos del Todopoderoso es lo único que podrá mantenerle firme en tiempos de incertidumbre.
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