letrero

domingo, 2 de noviembre de 2014

UN MONTÓN DE GALLETAS


Carter Conlon
















Cuando Dios nos llama a caminar en lo sobrenatural, en las cosas en que nos consideramos no aptos, es probable que puedan surgir miedos en nuestros corazones. Este fue el caso de Gedeón y el Señor le dio las siguientes instrucciones: “Aconteció que aquella noche Jehová le dijo: Levántate, y desciende al campamento [enemigo]; porque yo lo he entregado en tus manos. Y si tienes temor de descender, baja tú con Fura tu criado…y oirás lo que hablan; y entonces tus manos se esforzarán, y descenderás al campamento” (Jueces 7: 9-11).
En otras palabras, “Si tienes miedo, baja al campamento enemigo. Vas a escuchar lo que están diciendo, y se te dará fuerza para entrar en aquello que en lo natural, es una misión suicida”.
“Y él descendió con Fura su criado hasta los puestos avanzados de la gente armada que estaba en el campamento. Y…cuando llegó Gedeón, he aquí que un hombre estaba contando a su compañero un sueño, diciendo: He aquí yo soñé un sueño: Veía un pan de cebada que rodaba hasta el campamento de Madián, y llegó a la tienda, y la golpeó de tal manera que cayó, y la trastornó de arriba abajo, y la tienda cayó. Y su compañero respondió y dijo: Esto no es otra cosa sino la espada de Gedeón…Dios ha entregado en sus manos a los madianitas con todo el campamento.” (Jueces 7:11-14)
Se podría esperar que el Señor ideara algo un poco más extraordinario, tal vez con el madianita diciendo: “¡Vi carros de ángeles bajando, miles y miles! ¡Estaban enojados, y mataron a todos! ¡Vámonos de aquí!”. No, en lugar de eso, vio un trozo de pan que rodaba por una colina, que aplastó todo su campamento. Y de eso el otro hombre llegó a la siguiente conclusión de inmediato: “¡Bueno, esto no es otra cosa que la espada de Dios y la espada de Gedeón! ¡Él ha entregado a todo el ejército en manos de Gedeón!”
¿Cómo lo sabían los enemigos? Lo sabían porque habían sufrido las consecuencias vez tras vez. Sabían lo que sucedía cuando repentinamente incluso sólo unos pocos del pueblo de Dios se levantaban y decidían seguir adelante. ¡Sabían del peligro que se le presentaba al reino de las tinieblas cuando un pan de cebada venía rodando por la colina!
¿Sabes lo que es un pan de cebada? ¡No es nada más que un montón de galletas que se juntan y deciden moverse como uno! Tú y yo vivimos en una hora en que debemos entregar nuestro orgullo y nuestro razonamiento humano; debemos rendirnos de ese querer ser vistos como alguien más grande de lo que somos. Todos somos galletas invitadas a un banquete, hasta el último de nosotros. Siempre he sido nada, sigo siendo nada, y siempre seguiré siendo nada. Todo lo que tengo es lo que Dios elige darme.

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