David Wilkerson
La incredulidad, incluso en su forma más leve es abominable a Dios. Es un pecado condenatorio, que destruye el alma. Dificulta la obra de Dios en nosotros y es el pecado detrás de todo alejamiento de Dios.
Puedes estar totalmente desprendido de todas tus posesiones terrenales y anhelar la venida de Jesús. Puedes estar oyendo predicación sólida y cantar alabanzas a Dios en Su casa y puedes devorar la Palabra de Dios cada día. Pero a menos que estés orando: “Oh, Dios, hazme oír esta palabra en mi hombre interior, hazme creer
que puedo aplicarla y que se convertirá en vida para mí”, hasta entonces no tiene efecto alguno. Lo que escuchas debe ser mezclado con fe.
“Pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron” (Hebreos 4:2). Deja que esas palabras penetren: “A menos que lo que lees y escuchas predicar sea mezclado con fe, ¡No tiene ningún valor para ti!”
La Escritura dice: “[Jesús] es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios” (Hebreos 3:2). ¿De qué manera se les midió su fidelidad? ¿Cómo eran ellos realmente fieles en todas las cosas?
Ellos eran tenidos por fieles, porque nunca dudaron de la palabra del Padre celestial para ellos. Ellos sabían que Dios haría lo que Él dijo. Verás, la fidelidad es simplemente creer que Dios cumplirá Su Palabra.
En este sentido, Jesús y Moisés tenían “firme hasta el fin [su] confianza del principio” (Hebreos 3:14). Ellos no tenían una clase de fe con altibajos, o que se enfría. ¡Su fe nunca vaciló!
Así como Jesús fue fiel en Su confianza en el Padre, nuestra fidelidad será medida por el mismo estándar: “Pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.” (Hebreos 3:6).
Cuando aumentan nuestras pruebas y la batalla se hace más intensa, nuestra carne puede agotarse. Con el tiempo, muchos cristianos permiten que el miedo y la duda vayan entrando. Ellos pierden su abandono en Dios, su fe infantil en Él, y el cuestionamiento invade sus corazones.
Al mirar el camino que me queda de vida, veo un tiempo limitado. Y lo que quiero más que cualquier cosa es estar gozoso en la esperanza, firme hasta el fin.
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