ELIZABETH (mamá de Juan Bautista)
Elizabeth, esposa de Zacarías e iba a ser la madre de Juan el Bautista, también tuvo influencia Divina con respecto al nacimiento de su hijo. Del mismo modo con Sara (Génesis 18:9-14), Ana (1 Samuel 1:5-27) y la sunamita (2 Reyes 4:14-17), la intervención milagrosa del poder Divino transformó la fuerzas naturales de su estado inactivo e ineficaz a la facultad de poder concebir.
Elizabeth “era de las hijas de Aarón” (Lucas 1:5; 1 Crónicas 24:1). Ella junto con su marido, “eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor” (Lucas 1:6). Sabemos también que Elizabeth y su marido eran de edad avanzada y no tenían hijos. Fue la voluntad del Padre Celestial que la situación en sus vidas cambiara.
Un ángel del Señor apareció de pronto a Zacarías mientras desempeñaba las funciones como sacerdote en el Templo. Dios había enviado una vez más al ángel Gabriel en otra misión muy importante. Había llegado para responder sus peticiones, diciendo: “Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elizabeth te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan” (Lucas 1:13). Debido a su falta de fe en el poder de Dios, Zacarías perdió el habla ocho días después del nacimiento de su hijo. En el momento de la tradición de nombrar al recién nacido, él escribió que sería Juan y de inmediato pudo hablar.
Mientras que Zacarías estaba lleno de dudas y temores al oír este mensaje, no fue así con Elizabeth. Después que ella concibió de acuerdo a la promesa, permaneció en casa durante cinco meses, diciendo: “Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres” (Lucas 1:25). Ella hizo esto porque su actitud fue confiar en Dios, haría Su voluntad aceptando este compromiso.
Como sabemos, daría a luz a uno que venía a preparar el camino del Mesías. Nuestro versículo clave dice que al encontrarse en su casa con María, “la criatura saltó en su vientre y Elizabeth fue llena de Espíritu Santo”. Reconoció que se trataba de una señal de Dios y un recordatorio de que Su voluntad se estaba cumpliendo.
Elizabeth luego exclamó que María debería ser bendecida y su hijo también entre los hombres. Luego, mostró su humildad al afirmar: “¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?” (Lucas 1:43). ¡Qué maravilloso privilegio y gran bendición fue otorgado a Elizabeth ya que aceptó el mandato, llevó todo de manera amorosa y agradable al dar gloria a Dios!
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