Dios sella todas sus promesas con un juramento y tenemos el derecho "legal" de mantenernos sobre ellas. Dios no puede retractarse de ninguna de sus promesas, de lo contrario no sería Dios. Así que podemos sostener cada promesa y decir: "Señor, voy a estar de pie en lo que has dicho".
Usted puede decir: "Espera un minuto. ¿Quiere decir que no debemos estar en comunión con el Señor?" No me refiero a eso. Pero el hecho es que nuestra comunión con Dios no se limita a la adoración, la alabanza o la oración.Estamos en comunión con Él activamente cuando descansamos en la Palabra escrita, la Palabra revelada y nuestra comunión con Él también incluye confiar en Él.
El Espíritu Santo nos "habla" sobre todo porque nos lleva a pasajes bíblicos pertinentes que nos muestran la mente de Dios sobre cualquier asunto y nos dice cuáles son los pasos a seguir. ¿Por qué habría de hablar con una voz interior cuando no hemos "escuchado" su voz revelada en la voz escrita?
Dios no tiene que decirnos todo o revelarnos todos sus planes para nosotros. De hecho, podemos tener intimidad con Dios simplemente por renunciar a nuestros esfuerzos por averiguar su voz. Este tipo de intimidad dice: "Señor, aunque nunca he oído una sola palabra tuya, aun así, me das todo lo que necesito. Sé que me amas. Tu Palabra ha venido a mí y voy a descansar en ello."
David es un ejemplo de este tipo de confianza. Cuando este hombre de Dios yacía en su lecho de muerte, dijo: "En verdad, ¿no es así mi casa para con Dios?..." (2 Samuel 23:5). En otras palabras: "No he visto aún el cumplimiento de todas las palabras que el Señor me ha dado, sin embargo, se me ha dado la promesa de que mi casa no caerá."
David no tuvo ningún profeta cerca, diciéndole estas cosas. No tuvo un sueño, ninguna visión, ninguna voz interior que le hablaba. En cambio, cuando se enfrentó a la eternidad, él dijo: "Dios me dio una promesa del pacto en Su Palabra. Y voy a ir de pie en la eternidad con esa promesa."
David continuó en el mismo versículo: "Porque esto es toda mi salvación y todo mi deseo." Él estaba diciendo, en esencia: "Puedo enfrentar la muerte ahora porque Su promesa es todo lo que necesito."
Nosotros podemos fallar en nuestro discernimiento, y puede fallar nuestro oído, y nuestras decisiones, pero podemos regocijarnos en nuestro Dios, que es nuestra fuerza. ¡Simplemente debemos rendirnos, quedarnos quietos y ver la salvación!
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