¿Quién te dijo que eres indigno, no bueno o inútil para Dios? ¿Quién mantiene recordándole que usted es débil, indefenso o un fracaso total y que nunca esta a la altura del estándar de Dios?
Todos sabemos que esa voz proviene del mismísimo diablo, él es el que le mantiene convencido de que Dios está enojado con usted. Usted oye sus mentiras todo el día y están vienen directamente de la boca del infierno.
¿Quién dice que los miembros del coro que no son dignos de cantar alabanzas en la casa de Dios? ¿Quién dice a los músicos que no son dignos de tocar instrumentos de adoración? ¿Quién le dice a los ancianos de la Iglesia, a los ujieres, los maestros de escuela dominical, los voluntarios, las personas en el ministerio y a la gente en sus sillas que son indignos? ¿Quién les recuerda a todos ellos sus pecados y fracasos y los acusa de tener las manos sucias y un corazón impuro? ¿Quién les dice que no tienen derecho de tocar las cosas santas de Dios?
La acosadora voz del diablo - el acusador de los hermanos - le dice: "Dios no puede usarte hasta que te sientes y soluciones estas cosas, ni siquiera puedes entrar en su casa hasta que te hagas digno."
El diablo ha convencido a muchos de los que leen este mensaje que son indignos de ser usados por Dios. Tal vez usted se siente indigno de ser llamado hijo de Dios. Cuando usted mira su vida espiritual todo lo que ve es inconsistencia. Y el enemigo sigue mintiendo, constantemente recordándole sus fracasos, siempre acosando su espíritu.
Permítanme detenerme aquí y confesar algo: nunca, ni una vez en todos mis años de ministerio, me he sentido digno de mi alto llamado como predicador. A lo largo de mi servicio al Señor, he sido bombardeado por las acusaciones de que soy indigno de hablar en nombre de Dios, indigno de predicar, de enseñar
a los demás, de ser un líder.
Yo no soy digno de escribir este mensaje y usted no es digno de levantar las manos en alabanza a Dios. Nadie es digno - no en nuestra propia fuerza y el poder humano- pero Jesús nos ha dicho: "Yo te he hecho digno".
"Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno los muchos serán constituidos justos" (Romanos 5:19)
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