Cuando una vez vino el africano a Inglaterra, pudo ver un río helado, pero no se atrevía a meter el pie en el hielo. Sabia que el río era profundo, y temía ahogarse, si procuraba andar sobre el hielo.
No se le pudo persuadir que probara, hasta que viera a su amigo y otros atravesar el río andando sobre la superficie congelada. Entonces quedó persuadido y anduvo confiado, donde otros le habían adelantado.
Así puede ser que tú, viendo a otros creer en el Cordero de Dios y notando cómo disfrutan de paz y gozo, seas conducido agradablemente a creer. La experiencia de otros es uno de los caminos de Dios, por donde nos conduce a la fe. Pero sea como fuere, has de creer en Cristo o morir : ¡no hay esperanza fuera de Cristo!
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