letrero

sábado, 11 de agosto de 2012

El propósito del quebrantamiento

Charles Stanley



¿Desea usted lo mejor de Dios para su vida? ¿Espera convertirse en la persona que Él quiso que fuera cuando le creó, con la capacidad de lograr todo lo que el Señor ha planeado? Es muy probable que su respuesta sea afirmativa a ambas preguntas. Pero, ¿está dispuesto a que el Señor haga lo que sea para que usted someta totalmente su vida a Él?
Esta tercera pregunta muchas veces no recibe un rotundo “sí”. Sin embargo, para que podamos disfrutar de lo mejor de las bendiciones de Dios y llegar a ser las personas que Él quiere que seamos, tenemos que rendirle nuestra voluntad. Permítame ser el primero en reconocer que esto no es fácil.
Todos tenemos ciertos deseos y hábitos que, simplemente, no queremos dejar. El pasaje de hoy nos enseña que morir a nosotros mismos es necesario para poder vivir realmente para Dios.
Como es de esperarse, eso es inevitablemente doloroso. Sería mucho más fácil si pudiéramos tomar la decisión de renunciar a nuestra terca voluntad. Pero, de acuerdo a la Biblia, cuando nos convertimos en creyentes seguimos manteniendo patrones de conducta pecaminosos que pueden estar muy arraigados. Dios tiene que permitir muchas dificultades en nuestras vidas, para quebrantar las tendencias de nuestra vieja “carne”. Solo entonces podremos rendir nuestro corazón al Señor sin reservas.
Aunque es difícil de entenderlo, nuestro Padre celestial permite el dolor debido a su gran amor. Así como un padre no quiere que su hijo sufra, Dios no disfruta con nuestras dificultades. Pero desea tanto que tengamos una vida plena en Cristo, que permite que las dificultades nos moldeen.

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