Cuando usted ora, ¿tiene la seguridad de que Dios le está escuchando?
Consideremos algunos de los estorbos para la oración. Primero, la poca concentración inhibe nuestra comunicación con Dios. La mente humana tiene la propensión a distraerse, y es común que nuestros pensamientos se deslicen de la oración a otros temas. Un antídoto para esto es darse cuenta de con quién estamos hablando. Cuanto más comprendamos el poder, el amor, la omnisciencia y la santidad de Dios, más fácil nos será mantenernos enfocados.
Segundo, podemos sentirnos indignos de hablar con el Dios de toda la creación. El sentimiento de culpa por el pecado en nuestra vida puede tentarnos a evitar pasar tiempo a solas con Él, pero el Señor quiere que traigamos nuestros pecados a su luz. Por nuestros propios méritos nunca seremos dignos de estar en la presencia de la perfección pura. Pero la muerte y resurrección de Jesús nos dieron perdón y aceptación, y por eso podemos venir a Él sin temor ni vergüenza.
Tercero, el temor puede ser un obstáculo en nuestro camino. Algunas personas se inquietan, y piensan: ¿Y si no oro correctamente? La verdad es que ninguno de nosotros sabe cómo orar de una manera digna de un Dios santo. Es por eso que el Espíritu Santo intercede por nosotros. El Señor desea nuestros corazones, no las palabras perfectas.
El Señor se ha hecho accesible a nosotros mediante la oración, el recurso más poderoso de la vida cristiana. Podemos venir ante el Dios Todopoderoso en oración. Nuestro Padre celestial está esperando para escuchar nuestra alabanza, confesión y petición.
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