letrero

miércoles, 1 de agosto de 2012

MOMENTOS MINISTERIALES

EN UN ABRIR Y CERRAR DE OJOS
Por el pastor Adrián Rogers


























“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.” (1 Corintios 15:51-52).

Alguien dijo que una persona parpadea un promedio de 10 a 20 mil veces por día. En uno de eso instantes, Jesús podría regresar. ¡Ese es un formidable pensamiento!

En un abrir y cerrar de ojos, Jesús descenderá desde su Trono en la gloria, al lado derecho de su Padre en el cielo, y vendrá de regreso a la tierra.
“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:16-17).
Los cristianos se refieren al “arrebatamiento” como el “rapto”. La palabra griega es “harpagδsometha” que significa “ser sacados”. El cuadro de esta promesa del retorno me hace recordar una chatarrería de metal, cerca del hogar de mi niñez. Ahora, ¿qué tiene que ver una chatarrería metálica, con el rapto? Bueno, déjeme ilustrarlo.

En esa chatarrería, había un enorme imán en una grúa que recogía el metal. Ese imán se balanceaba de un lado al otro del patio, pero no todas las piezas metálica eran atraídas por el imán; solo aquella que contenían hierro. ¿Por qué? Porque el hierro tenía la misma naturaleza que el imán.

De la misma manera, si usted tiene la misma naturaleza de Jesucristo, entonces cuando Él regrese, será “atraído” hacia Él, ya sea que esté bajo tierra, o encima de la tierra. Dicho sencillamente, si usted ha nacido del cielo [nacido de nuevo], usted está rumbo al cielo.
Eso suena maravilloso, pero ¿qué seguridad tengo de que esto sucederá?

1.    La obra salvadora de nuestro Señor
La segunda venida de Jesucristo es necesaria para completar el propósito de Dios. La encarnación sin la coronación sería como la altura sin la profundidad o el este sin el oeste. Y nuestra salvación sin nuestra glorificación no es salvación de ninguna manera. Su resurrección es su promesa de nuestra resurrección.

2.    La Palabra segura de nuestro Señor
Existen toda clase de profetas y síquicos que piensan que saben qué es lo que va a suceder en el futuro, pero lo desconocen. El mismo diablo no lo sabe. Sólo Dios conoce el futuro. Jesús dijo: “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre” (Mateo 24:36). La clave es: ¡Él regresará! Y la Palabra de Dios así lo promete.

¿Cómo puede decir que eso está cercano?
Jesús dijo: “Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:38-39).
La vida se desarrollará en forma normal y entonces, súbitamente, Jesús vendrá. Esa es la razón por que Jesús dijo: “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (Mateo 24:44).

¿Por qué vendrá otra vez?
En primer lugar, es un rescate. Antes de que Dios permita la Gran Tribulación, Él sacará a su iglesia. Antes de que Dios declare guerra en este mundo, Él va a llamar a los ciudadanos del cielo a casa.

Segundo, es una reunión. Todos los creyentes serán arrebatados para encontrarse con el Señor en el aire. Y un compositor dice que “entonces cantaremos, y gritaremos y danzaremos”. El Cordero secará nuestras lágrimas. ¡Tendremos una gran celebración de regreso al hogar!


Tercero, habrá una recepción. Jesús viene para recibirnos. Jesús dijo: “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a Mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:3).
Dr. Adrián Rogers

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