letrero

lunes, 2 de julio de 2012


LA FAMA DE LAS SUEGRAS












Rut contestó: 
Haré todo lo que me has dicho. 
Rut 3:5.

¿Sabes tú por qué las suegras tienen tan mala fama? Todavía no 
he escuchado un chiste que deje mal parados a los suegros, pero 
sobre las suegras hay tantos que se podría publicar una colección 
comparable a la Enciclopedia Británica.
Lo cierto es que algún día tendrás tu suegra (si es que aún no la
 tienes) y comprobarás que, después de todo, no son tal como las 
pintan (espero no tener que tragarme estas palabras). Acaso 
no haya nada mejor para demostrarlo que la hermosa amistad que 
Rut, la moabita, desarrolló con Noemí, su suegra. Eran diferentes 
en edad, cultura y religión; sin embargo, ¿qué respondió Rut 
cuando Noemí insistió en que se quedara en Moab y se 
casara de nuevo? «Iré a donde tú vayas, y viviré donde tú
 vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios» 
(Rut 1:16).
Rut no conocía al pueblo de su suegra. ¿Por qué entonces
 estaba dispuesta a pertenecer a ese pueblo? Toda su vida 
Rut había adorado a otros dioses, ¿por qué estaba dispuesta 
a adorar al Dios verdadero?
El caso es que juntas regresan a Belén. Ahí Dios guía los 
acontecimientos para que Rut consiga trabajo precisamente
 en el campo de un hombre bien acomodado y soltero de 
nombre Booz. Este caballero le permite recoger espigas,
 y también la trata con mucha amabilidad. Rut le cuenta 
a Noemí, su suegra, lo que está pasando, y esta rápidamente
 «huele» lo que se está cocinando. Entonces diseña un plan
 de acción para reunir a la pareja (ver Rut 3:1-4). ¿Y qué 
hace Rut? ¿Le dice a la suegra que no se meta en lo que
 no le interesa? No. Rut hizo todo lo que su suegra le dijo. 
Y el plan funcionó a la perfección. Rut y Booz se enamoraron,
 se casaron, y «fueron felices para siempre».
La experiencia de Rut nos enseña que es posible mantener
 la mejor de las relaciones con nuestros familiares políticos, 
entre los que se encuentra la suegra. Y cuando este es el caso, 
todos ganamos.
Pídele a Dios que te ayude a cultivar la mejor de las relaciones 
con tu suegra (y con tu suegro). A Rut le sirvió para conseguir
 trabajo, para conseguir esposo y para conocer a Dios. ¡Qué 
más se puede pedir!

Padre celestial, ayúdame a aceptar y amar a los familiares 
de mi (futuro) cónyuge.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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