MUJERES DE LA BIBLIA
NOEMÍ
"Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara, porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso" (Rut 1:20).
Noemí significa «placentera». Comparada con varias de las mujeres anteriores, Noemí se nos presenta como amistosa y amable. Está relacionada con la genealogía de Cristo, indirectamente, una de las mujeres con rasgos nobles. La nobleza de sus rasgos da lugar inmediatamente a nuestra sincera simpatía, especialmente si añadimos el hecho de sus sufrimientos.
Casada con Elimelec, huyó con su marido de un hambre en su tierra, Belén, y fueron a parar a Moab. Por la historia vemos que su corazón siguió apegado a los suyos y a Belén. Su esposo murió en Moab, en el exilio, y ella se quedó con sus dos hijos, Mahlón y Quelión. Los dos se casaron con mujeres moabitas. Pero el Señor le quitó a sus dos hijos, ya casados, además de haber quedado viuda. Sólo le quedaban las dos nueras, y éstas no eran de su pueblo ni servían a su Dios.
Reducida a la extrema pobreza Noemí decidió regresar a Belén, tanto más que había oído que en Belén el pan era ahora abundante. Salió de Moab acompañada de sus dos nueras.
Era ya, prácticamente una mujer de edad avanzada.
El camino tuvo que serle penoso en gran manera, pero al fin volvió a ver su amada Belén, la ciudad de su felicidad infantil. Podemos imaginarnos el interés con que los habitantes de la ciudad observaron a Noemí y la companía que llevaba consigo, una de las nueras. Se nos dice que «toda la ciudad se conmovió por causa de ellas; y decían: "¿No es ésta Noemí?".» Con lágrimas en los ojos la anciana contestó: «No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara, porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso.»
Pero Noemí no había regresado sola como dijimos. Una de las nueras había decidido acompañarla, a pesar de que Noemí había intentado disuadirla. Noemí se nos dice que había despedido a las dos: «Volveos cada una a la casa de vuestra madre.» Noemí supondría que las dos habían seguido orando a los dioses de Moab. Dos veces consecutivas les suplicó que la abandonaran. Finalmente, Orfa besó a su suegra y regresó a los suyos. Rut, empero, se negó a abandonarla. «Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios», fue la respuesta decidida de Rut. Moab descendía de Lot, y por tanto de Abraham. Es posible que hubiera permanecido un remanente fiel a Dios en Moab y que, sin saberlo Noemí, Ruthubiera estado en contacto con ellos. El Señor, en todo caso, se acercó a su alma con su gracia omnipotente. Lo que sabemos de cierto, pues, es que Rut decidió abandonar a los dioses de Moab y ser fiel al Dios de Israel. Por ello, tenía muy poco sentido para ella quedarse en Moab y prefirió ir con su suegra.
Noemí era pobre y se sostenían las dos de las espigas que Rut recogía en los campos yendo en pos de los segadores. Los planes que hizo Noemí para Rut son distintos de los planes a que nosotros estamos acostumbrados, pero seguían las costumbres de aquellos tiempos en Belén.
Las palabras de Noemí muestran ternura y consideración para su nuera. Noemí venció su amargura y volvió a ser amable y cariñosa como había sido antes. Dios honró a esta mujer abandonada de modo excepcional. Además de incluirla en el relato de las Sagradas Escrituras, y de proporcionarle la simpatía de la Iglesia de todos los tiempos. Permitió que su sangre se mezclara con la del Hijo de Dios en el curso de las generaciones.
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